martes, 20 de octubre de 2009

Ágora

Ágora es sinónimo de reflexión, de tomar conciencia de que el mundo no ha cambiado, de que no hemos encontrado la solución para aceptar al otro y sus diferencias. Ágora remueve formas de pensamiento, creencias, al proponer que la certeza absoluta no existe, y que la duda puede compartirse como la fé. La última película de Alejandro Amenábar rinde homenaje a uno de los pocos iconos femeninos de la Historia, a la primera científica de Occidente, Hipatia de Alejandría, que lamentablemente, para muchos, se trataba de un personaje histórico prácticamente desconocido. Hipatia escribió Tratados sobre Matemáticas y Astronomía; mejoró y construyó instrumentos astronómicos; y, fue maestra de importantes científicos de la época. Ágora, lejos de emocionar por decorar su historia con romanticismo, esta se centra en los conflictos entre creencias que tuvieron lugar en su época, siglo IV d.C., y en su lucha por unas ideas no establecidas y merecedoras del mismo respeto. Ciencia o religión son la base de nuestra creencia y parece que nunca podrán estar reconciliadas, aunque sí pueden respetarse en sus diferencias. La religión nos otorga conciencia moral a pesar de una evidente ausencia de progresismo; y la ciencia, gracias a la ciencia, somos una sociedad con conocimiento, capaz de evolucionar. Así que, considerando lo que nos aporta cada doctrina, ¿por qué la Ciencia y la Religión no pueden darse la mano? ¿Por qué no pueden darse la paz?