martes, 9 de febrero de 2010

¿Para cuándo la reforma laboral?

Una semana horribilis para el Gobierno español, pero no les compadezco. Tardar dos años en asumir la necesidad de dar una respuesta “inmediata”, es tiempo suficiente para que ascienda el número de parados, el déficit del Estado y mis ganas de votar a otro partido. Su modo de actuación no puede limitarse en proponer reformas superficiales, reformas de contenido tan genérico que llevado a cabo su aplicación no suponga un avance, puesto que, en realidad no se concreta nada que pudiera posibilitar el cambio. En un contexto de crisis, es muy recurrente anunciar medidas de austeridad como el recorte del gasto público para reducir la deuda. Ahora, lo novedoso y lo que ha propiciado la agitación popular es la propuesta de reforma de las pensiones al sugerir en su contenido que la edad de jubilación sea proporcional a la esperanza de vida, es decir, al sugerir el aumento de la edad de jubilación a los 67 años. El documento no acaba de convencer, y menos mal, que se ha añadido que se aprobará bajo consenso nacional. Una de las principales causas por las que no convence es porque si se retrasa la edad de jubilación, se dificulta el acceso de los jóvenes al trabajo, y no se puede olvidar que este sector ha sido el más golpeado por el desempleo. Actualmente, la tasa de desempleo de este sector se sitúa en un 40%, pero si lo que preocupa son las pensiones y garantizar la sostenibilidad del sistema, la reforma tendría que centrarse en fijar unas medidas para controlar y reducir el acceso a las jubilaciones anticipadas. Y si, en un contexto de crisis, resulta difícil la creación de empleo, es razonable pensar que lo que verdaderamente urge es una reforma laboral y adoptar medidas de reparto del trabajo y favorecer el acceso de los jóvenes al trabajo, por ser el sector más castigado por la crisis.

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