miércoles, 30 de junio de 2010

Metro Madrid, ¡vuela!

Madrid lleva tres días despertándose en medio de una huelga que promete acabar tal y como empezó, siendo inoportuna e injusta. Nadie ha ponderado en exceso lo establecido por Decreto por el Gobierno central, “recortar salarios para frenar la crisis”, e incluso se ha llegado a considerar que quien capitanea las decisiones tomadas a nivel nacional no es el adecuado para afrontar la cuesta arriba. Aún así, aparentemente y sin reservas, se han ido aceptando progresivamente las medidas que, también, están siendo aplicadas fuera de nuestras fronteras. Ahora, no se puede interpretar o traducir estas medidas de Gobierno central como una forma de crear conflictos entre: Gobierno regional- Representantes sindicales; Ciudadanos-Gobierno regional; Gobierno regional- Gobierno central…. Se restringe el tránsito público porque existe un convenio que fija una cifra para los salarios pero no para los servicios mínimos, y este gazapo lo comete el Gobierno regional y, más concretamente, la que nunca ha leído un libro de Sara Mago. (Ni usted, ni nadie). Es cierto que, hasta el momento, sus gazapos le sentaban bien, pero con este conflicto laboral, se comienza a dudar de su capacidad de diálogo, de negociación, de compromiso,….¡Ay, ojalá le dure mucho el cargo, hija!.....

sábado, 19 de junio de 2010

BODA EN SUECIA

En plena crisis, la realeza europea se prepara para desfilar con atuendos espectaculares de diseñadores famosos y asistir a la boda de ensueño de una princesa, que cumple su mayor deseo después de una interminable expectación, casarse con su entrenador personal. Pero, ese anhelo de tan alto costo innecesario lo financia el Estado sueco, y ello, le ha servido para obtener una bajada de popularidad aunque pretenda rentabilizar sus sentimientos en forma de souvenirs. La monarquía sueca, al parecer, está en la cuerda floja, porque sólo la mitad de su población es ejemplo del pensamiento poco avanzado, mientras la otra mitad no evitan avivar la polémica sobre la utilidad de contribuir con dinero que es destinado a mantener una institución clasista, cuando lo que pretendemos es construir un modelo de sociedad que se distinga por la unión de valores tan fundamentales o básicos para cualquier sistema que lo pueda poner de manifiesto, como pueden ser: la igualdad, el respeto, la justicia o la libertad.