Llevamos tiempo hablando de que España atraviesa un estado delicado y conflictivo en cuestión económica, como consecuencia de la propia actividad económica que ha seguido una trayectoria encauzada por el consumismo, cuyo efecto se percibe con la pérdida de demanda y el excesivo sobreendeudamiento. Pero, no todos nos adaptamos a las circunstancias del mismo modo. Mientras a unos no les quedan más agujeros para apretarse el cinturón; la Casa Real nos sorprende esta semana con sus medidas anticrisis, tras percibir en el 2009 la elevada cantidad de 8´9 millones de euros, claro que, dicha asignación presupuestaria depende de quien elabora y aprueba los presupuestos generales del Estado y no de las disposiciones del Jefe de Estado, que ya le ampara bastante la Constitución en relación con la opacidad de su gestión. Mientras la clase popular conoce de embargos, negocios arruinados o pérdidas de empleo; la Casa Real decide por cuestión de imagen, porque no se me ocurre otra razón, recortar gastos y dar muestras de austeridad anunciando su intención de aprovechar sus limoneros para hacerse los zumos o navegar menos por las Islas Baleares en el yate Fortuna. De lo que parece no querer pronunciarse es si la Reina volverá a tomar un vuelo con Ryanair o si Letizia dejará de lucir vestidos de firma y se hace asidua de tiendas como Zara o Mango. Finalmente, lanzo una pregunta que, lo más seguro, quedará en el aire: ¿Por qué no se reduce el coste de la Monarquía?
sábado, 20 de junio de 2009
¿Estamos obligados a vivir dentro del catolicismo?
Hace unos días, el Ayuntamiento de Madrid inauguraba el Bautismo Civil, una celebración que sigue una tradición emprendida en la Revolución Francesa, en la cual, bajo los principios de libertad, igualdad y respeto, la sociedad reconoce y acoge a un nuevo ciudadano. El bautizo civil, designado también como Ceremonia civil de imposición de nombre, se ha de considerar como una alternativa al ritual de bienvenida católico, a la inmersión en el agua, a la lectura de la Carta del Apóstol San Pablo o del Santo Evangelio según San Mateo, a la conformación de mentes que ignoran la obediencia de los documentos bíblicos a las necesidades políticas, sociales y religiosas de la época en que fueron escritos. La Iglesia católica es una institución que influye notablemente en nuestra sociedad. Gran parte de nuestro patrimonio cultural es católico; al igual que, actos sociales como una boda o un funeral se celebran bajo la opción religiosa; e incluso, nuestras fiestas coinciden con conmemoraciones católicas. Nos resultaría imposible sustraernos de una cultura impuesta cuando su influjo aún perdura. Pero, han ido apareciendo nuevos “ritos de paso” o “ritos de tránsito”, creados conforme a otras convicciones con las que hay que aprender a convivir. Hay quienes piensan que el Bautismo Civil es una ceremonia vacía, un ridículo interplanetario, que el Estado lo utiliza como mecanismo de ingreso a un sistema ideológico cuando se interpreta a la Iglesia como un fagocito de ritos de paso. Debería resultar obvio que, con nuestra Constitución, se ha garantizado la posibilidad de vivir en una sociedad más democrática, pluralista y laica. Por lo que se puede deducir tras un conocimiento previo sobre el acto en cuestión, es que, el acto comprende la lectura de algunos artículos recogidos en la Convencción Internacional de los Derechos de la Infancia (1989) y la entrega de un obsequio en el que se incluye un pack informativo con todos los servicios y programas locales destinados a la infancia. Conociendo el contenido del acto, mi pregunta es: ¿Este acto sigue portando un término que no es análogo al bautismo católico?
¿Sangre azul para reinar?
¿Es necesario tener sangre azul para poder reinar? Javier Cordero, un militar que hace estudios genealógicos, parece que ha recibido un encargo del Rey: investigar sobre un posible origen más noble y “honroso” en la que hoy es princesa de Asturias, Doña Letizia Ortiz. Y es que, como todos sabemos, Letizia tras su matrimonio con el príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón, se convirtió en “heredera” al trono de un país sin tener ascendencia real, noble o aristócrata. Por ahora, con toda certeza y sin lugar a dudas, se conoce que es Virgo, con ascendente en Acuario. Por otro lado, las investigaciones realizadas por Javier Cordero hasta el momento, aunque aún no pueden darse por concluidas, le conducen a que Doña Letizia Ortiz podría ser descendiente de un rey, que según sus concreciones se trataría de Fernando II de León, como también podría ser descendiente del Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba, que particularmente no tengo ni idea de quién es. Recuerdo que en algún lugar leí lo siguiente: “El concepto de realeza es una ficción creada por las decisiones humanas” y “El concepto de nobleza no es cuestión de sangre o herencia, sino de conducta y de vida correcta”. Es cierto que, Doña Letizia Ortiz se convertirá en la primera Reina no noble de toda la Historia de España; pero, también es cierto que al ser “plebeya“, a pesar de chocar con los principios de la tradición monárquica, el pueblo considera a la princesa como uno de los suyos. A todo esto, si es descendiente de reyes o si es nieta de taxista, mi preocupación va por otros derroteros, el comienzo de la colocación de semáforos con sistema fotorojo con el objetivo de detectar y capturar con imágenes aquél conductor que no respete los semáforos en rojo. Pero, ¿cómo pretenden sancionar dicha conducta con 150 euros y la retirada de cuatro puntos del carné de conducir cuando a lo mejor se intenta llegar a tiempo al trabajo y cumplir así con el artículo 35 que se recoge dentro del marco constitucional?
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