sábado, 30 de enero de 2010

Haití

La tragedia en Haití se ha visto representada por los resultados de un seísmo de magnitud 7,23 grados en la escala de Richter, un seísmo calificado como el peor desastre natural de la historia, puesto que ha dejado a un país casi sin Estado. De cada ciudad devastada se han ido recogiendo imágenes por las cámaras de televisión con el propósito de hacer emerger un movimiento solidario. Es innegable que ha habido una rapidez de reacción, una exhibición de buenas intenciones, unos gobiernos que se empujan para hacerse un sitio. Pero esto no es suficiente. Las noticias sobre catástrofes naturales pasan de moda, las promesas se cumplen con lentitud, y a veces, ni se cumplen. Las ayudas internacionales deben destacar por su control, coordinación y eficacia, y no sólo por su cuantía. Antes del desastre natural, Haití ya era un país que vivía en una situación difícil, atrapado por la pobreza, por tanto, se requiere que continúe la intervención internacional para cubrir las necesidades básicas de la población afectada por el terremoto, además de utilizar el dinero enviado a Haití para el crecimiento a largo plazo del país, evitando que las inversiones se limiten a proyectos no prioritarios, como la construcción de una réplica de la Casa Blanca, y procurar que el dinero se destine para mejorar la industria, el sistema educativo y las infraestructuras, para que estas últimas sean capaces de resistir a los desastres naturales.

www.planespana.org

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