No sé por qué tengo el presentimiento de que este año tampoco vamos a ganar Eurovisión. No expreso así mi opinión porque piense que nuestra nueva representante no cante bien o no tenga tablas sobre el escenario, no. Ni tampoco porque la canción me parezca poco apropiada para presentar a Eurovisión, porque si la comparamos con la del año pasado, ésta nos puede resultar pasable, a pesar de su marcado estilo oriental. Yo me refiero a una parte del todo, que es igualmente importante, la coreografía. Una coreografía se valora porque ofrece originalidad y la coreografía que interpretan, a pesar de que la escenografía no parezca aprisionar, es insípida y no transmite emociones. Ante la aparente coordinación de movimientos con el tiempo y la música, se contrapone la conjunción de unos pasos simples y hasta repetitivos, que eliminan como componente básico la creatividad para su nula intervención en el desarrollo de semejante “numerito”, del cual aún se observan errores en los movimientos cuando en un escenario no cabe lugar pecar de nerviosismo. Además, en una coreografía, la técnica es importante, un bailarín es importante, un acróbata no. Por último, me gustaría añadir, que el vestuario va en desacorde con la danza interpretada, pues una canción con estilo oriental no puede estar nunca en concordancia con un disfraz de cabaretera. De todos modos, me gustaría que ganara España alguna vez más....y, si no puede ser este año…al siguiente.
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